Bienvenidos

"Hay objetos que siguen su órbita, y otros que espontáneamente se van chocando entre sí."

Se pronuncia JIPI, se escribe HIPPIE

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“Arquetípico es ir de andén en andén, hasta equivocarse de tren” JIS

Vení sentate conmigo,
Hay algo que te quiero mostrar,
Ves el shopping aquel,
En uno de sus negocios
Hay un maniquí que se siente original,
Alguien lo vistió de sí mismo,
Le puso un par de necesidades
Que expresen personalidad
Y lo dejó listo para ser consumido.
Ahora viene un pibe con filo en los ojos ,
Se para del otro lado de la vidriera
Y le da el reflejo de los latidos,
Hasta que joven y cuchillo,
Se vayan cortando que la fantasía
Era una, era suya y merecía ser vivida.

A la vuelta de la esquina

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- Esta es la prueba que necesitaba para demostrar su locura.
- Como si alguna vez la hubiese negado. Pero, ¿Cuál es la prueba?
- Una imagen vale más que mil palabras.
- ¿Pero acaso no son las imágenes palabras, y las palabras imágenes?
- ¿Se va seguir justificando?
- ¿Se va a replantear alguna vez algo en su vida o va a mantenerla entre consignas?
-Yo le pregunte primero.
- No es cierto.
- ¿Me va a decir que está haciendo, vestido así, con esos movimientos sigilosos y actitudes extrañas arriba del techo?
- Viendo la forma más creativa de ahuyentar las abejas sin causarles dolor.
- Quémelas con querosene o humo.
- No creo que sea necesario abusar de la naturaleza, quizá podamos convivir.
- Écheles veneno. Son un peligro para todo el barrio. Si una le pica a mi nietito, lo denuncio.

Lugares comunes

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En un colegio de Kentucky, Connecticut, un psicólogo, decide junto al profesor de literatura, estudiar mediante la interpretación de algunos textos elaborados por los alumnos, el comportamiento de los mismos.
Uno de los ejercicios consistía en exponerlos a determinadas situaciones y luego, hacerlos escribir en distintos formatos literarios, algo al respecto.
Los trabajos eran exigidos sin muchas consignas y no eran evaluados académicamente. Sin embargo, el profesor de literatura se encargaba de leer y felicitar en público algunos de los escritos específicamente elegidos (no por su calidad, sino para lo que después iba a demostrar).
Al poco tiempo, los trabajos de los demás alumnos, se parecían cada vez con mayor precisión al de los “seleccionados”. Inclusive, los más capaces creativamente, forzaban y limitaban su estilo, asemejándose al de los consagrados.
A mitad de año, en una clase especial, el educador se encargó de mostrarles con excelentísimas pruebas, que no escribieron lo que observaron, sintieron o pensaron acerca de algo, sino, lo que consideraron que “debieron o sería correcto”* haber visto, sentido o pensado. Es decir, que habitualmente, uno no se expresa con sus propias palabras, sino con las que ha leído o escuchado como validas y supone que, comunicativamente hablando, serian las adecuadas para transmitir.


* Se refiere al carácter que cada personalidad intuye. No a lo correcto por la norma, sino, a lo que se idealiza, según los móviles personales.


“La verdad es que soy un mentiroso”

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Menuda frase. Contradictoria, certera, eterna.
Aplicable a cada parte que intentemos separar.
Por suerte, para los que estén atentos y encuentren en sus sentidos las finas capacidades de la percepción, existe un detalle que no miente.
Las palabras, los argumentos, hasta las posturas bien actuadas, pueden engañarnos, confundirnos, justificarnos. Pero hay algo característico, que en el tiempo, se manifiesta con evidencia.
Los gestos, ellos si se atreven a decir lo que ocultamos. Las intenciones nos transparentan, las señas nos exteriorizan, las muecas hablan irreprimiblemente manifestándose desde el silencio. Lo más importante es saber interpretarlos, no para señalar al otro, sino para corregirnos a nosotros mismos. Son maestros, que la vida nos regala como ejemplo. Cabe recordar y destacar, que cada gesto envuelve a un universo particular, generalizarlos sin la reflexión y las relaciones correspondientes, seria parcializar, y por ende, sentenciar a un rotulo limitante.

Definición por penales

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Gerónimo tiene 15 años, y está cansado de que sus amigos se burlen de su físico.
Gerónimo tiene 20 años. Goza de salud y belleza. Su físico es envidiable.
Alguien grita: - ¡¡¡¡GORDOOO!!!!
Gerónimo se da vuelta.

Déjenme dormir en paz

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Apenas unas milimétricas alas, producen la vibración suficiente para abolir mi sueño en el medio de la noche. Prefiero ejercitar mi paciencia que matarlo (pienso), pero me molesta demasiado el volar del mosquito cerca del oído. Podría compartirle mi sangre, tan sólo, él tendría que tomarla desde alguna parte poco sensible, no sé, mis pies quizá. Lo único que le pido, es que no me despierte tan sádicamente, pareciera que espera quince minutos, y luego, cuando estoy comenzando a soñar, irrumpe la embriaguez del sosiego, fastidiando sobre la oscura zona que rodea mi cabeza.
Es muy egoísta su actitud. No comprende que necesito descansar, tanto, como él alimentarse.
Oh mosquito, cuánto te envidio. Quisiera escribir un enjambre como vos, pero que sacudan con silencio, los ensordecedores zumbidos que arrullan durante el día.

Para ser siempre yo

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Nació en la orilla de las necesidades. Lo alimentaron, lo educaron, lo protegieron, lo quisieron, y hasta hubo quienes lo amaron.
Una noche, su curiosidad lo llevó a meter los pies en el agua, luego, las rodillas, la cintura, y así continuó sumergiéndose, hasta nadar en el turbulento oleaje del río.
Algunos días, dejándose llevar por la corriente, hizo la plancha, miró el cielo y disfrutó del sol y del viento. Otros, enfrentó tempestades, braceando sin descanso para mantenerse a flote. Se mareó, se ahogó y hasta se desmayó. Pero siempre, luego de sus intentos fallidos, se despertó cerca de la orilla donde había nacido.
Estudió mapas elaborados por los ancianos e intentó distintos métodos. Hurgó buscando datos fehacientes entre innumerables mitos e indicios.
Pero lo cierto es que nunca conoció a nadie que, luego de haber alcanzado aquellas costas, hubiera vuelto.
Él realmente, quiso llegar hasta el otro lado, lo deseó de corazón. Con el paso de los años, se terminó convenciendo de que el inmenso río era imposible de cruzar.
Nació en la orilla de las necesidades. Se preguntó: ¿Qué habrá del otro lado?

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Canto, desesperadamente canto/ con voz de tinta y letra de agonía/ rota por dentro, loca por fuera." Maria Elena Walsh

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