Hay muchas cosas de la
vida que naturalmente me dejan pensando en los caprichos de las
interpretaciones, ya que de manera constante vislumbro que cuando todo sucede de
un modo, me siento preparado para otro, y antes cuando hubiera deseado el modo en que
ahora suceden las cosas, me faltaba lo que ahora me sobra. Eso hace que los otros yo,
los demás, también estén incómodos y reaccionen de formas egoístas, fuera del
momento justo, siempre inacabados, con más miserias que alegrías.
Finalmente, encuentro que
la paciencia llega justo después de entender algo, hubiera sido bueno poseerla
antes (mientras vivía ese algo), la humildad también emerge del silencio postrero, y sin embargo, aunque las suceden, no son “cosas
de la vida”, “del tener” o “del querer”, son comprensiones del ser.
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