Acostumbrado a los hábitos, dejó de realizarse en respuestas dinámicas.
Postrado en la cama, con suspiros agonizantes, sufría la luz del amanecer.
Pocas cosas lo alegraban. Mínimos placeres sensoriales le seducían a tener caprichos.
En el sueño o casi lucido, escuchó lo que se suponía era silencio.
Estarás enfermo, hasta que comprendas por qué y para qué.
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