Tres por tres: NUEVE

Volvía de comprarme regalos, caminando por la parte más linda de la ciudad, escuchando buena música en mis auriculares, cuando lo vi, y sentí la necesidad de interactuar con él. Hacía varias semanas que estaba tirado en la puerta de la iglesia. Tirado, sin pedir nada, con su cuerpo escuálido y quemado, los pelos largos, y los ojos perdidos.

En mi billetera sobraban, mucho más que diez pesos, pero un billete me pareció suficiente. Se lo di, y mientras me murmuraba augurios eternos, me fui observando su agradecida sonrisa de niño.

A mitad de cuadra, la señora que cuida los autos, me dijo:

- Al borracho ese, le dan diez pesos por no hacer nada, así está el país.

- Si señora, yo pensé lo mismo, pero… por otro lado, aún en la desgracia, él también es un ser humano.

- Pero se gasta todo en vino, y se queda ahí tirado.

- Y … pero… ¿Qué quiere que haga con esa plata?

- Pero hay gente como mi hija, que necesita para pañales, y sin embargo, nadie le da nada.

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De chico, vivía a una cuadra de la comisaria. Por alguna razón que nunca comprendí, cuando mi papá se enteraba de que había procesados en el calabozo del lugar, me mandaba a comprar y a llevarles cigarrillos. Como tenia buena relación con los policías, me aseguraba de que el tabaco llegue a las manos de los presos.

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Sabíamos que la maniobra estaba prohibida, pero, previa mirada atenta, doblamos en contramano, para acceder más fácil a la calle que queríamos llegar.

Mi amigo, que le sobran argumentos para todo y siempre encuentra el modo de justificarse… (Dios los crea, el viento los junta), desde su moto, me dijo:

- Ya sé que esto no se hace, pero no venia nadie. (Se escudó)

- Me parece muy importante respetar las leyes de tránsito para evitar accidentes. Pero también me parece necesario, que determinadas personas, nos podamos dar el lujo de transgredir lo establecido. (Se lo dije con cara de serio, como si estuviera disertando en la embajada de Alemania, sobre el lugar de Dionisio en el Olimpo.)

- Jajaja, siempre y cuando lo hagan conscientes, y no se mal acostumbren, y los demás no lo tomen de ejemplo. (Lo dijo, como “consejo políticamente correcto”, que dan en los programa de utilísima, a las madres en sus casas.)

- Jajaja. (Nos reímos cómplices)